¿se retiran las cabinas de teléfono?

¿Cuándo se va a retirar la última cabina de teléfono en España?

  • ARANCHA BUSTILLO
  • Madrid

16/12/2016 03:08

En 1928 se instaló el primer teléfono público en España. Fue en Viana Park, en el Parque del Retiro (Madrid), y funcionaba con fichas. No sería hasta la década de 1960, en concreto hasta 1966, cuando se pusieron en marcha las cabinas de monedas en las calles. Mucho ha llovido desde entonces. Lo que en su momento se convirtió en toda una revolución en las comunicaciones hoy es sólo un reducto del pasado, un artefacto que nos traslada al siglo XX y que se ha convertido, para muchos, en objeto de actos vandálicos y en un estorbo para el uso del suelo público por parte de los ayuntamientos.

En España resisten 18.300 cabinas en funcionamiento. Una cifra que queda muy lejos de las 55.000 que llegaron a dar servicio a los usuarios en el año 1999, según datos ofrecidos por Telefónica. Durante estas casi dos décadas ha ido disminuyendo el servicio de cabinas a razón de 5.000 por año. A pesar de que todo apunta a que esta prestación tiene los días contados, aún habrá que esperar para ver cómo se retira la última cabina en España. Según Telefónica, «aunque en 2016 termina la concesión obtenida por cinco años a Telefónica Telecomunicaciones Públicas (TTP), el Real Decreto que obliga al Estado a mantener este servicio sigue vigente y, por tanto, las cabinas continuarán». No en vano, el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital publicó hace unas semanas un nuevo concurso para una prestación que exige un teléfono por cada 3.000 habitantes en poblaciones medianas y grandes y de, al menos, una cabina en los núcleos de menos de 1.000 habitantes, aunque con excepciones para este último caso. Y eso a pesar de que hace unos meses la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), consciente del problema, remitió un informe a dicho Ministerio en el que aconsejaba la revisión de la conveniencia de mantener las cabinas dentro de las obligaciones del servicio universal de las telecomunicaciones lo que, en la práctica, suponía pedir su retirada.

Sería necesario, por tanto, que el Gobierno, dentro de su agenda digital, modificara la norma para poder excluir a las cabinas del suelo urbano. Hasta que este cambio no se produzca, las poco más de 18.000 cabinas permanecerán prestando un servicio que ya no es rentable.

Revolución digital

Los teléfonos públicos forman parte ya de la vasta lista de servicios y productos relegados al olvido, víctimas de la transformación digital. Según el último Informe económico sectorial de las telecomunicaciones y el audiovisual, elaborado por la CNMC, «la demanda de líneas móviles cambió la tendencia decreciente de los dos años anteriores y en 2014 registró una subida del 1,3%, con una penetración de 109,2 líneas por cada 100 habitantes».

En España, el 96% de la población adulta posee algún tipo de teléfono móvil, y un 80% cuenta con un smartphone. Ditrendia, en su informe Mobile en España y el mundo, eleva la cifra a mediados de 2015 hasta el 87%. Unos números que no dejan indiferente a nadie, menos aún a Telefónica, empresa concesionaria de los servicios de telefonía pública, su mantenimiento y gestión.

Las 18.300 cabinas que aún sobreviven en nuestro país apenas pueden competir con los más de 50 millones de móviles, cuyo uso «ha provocado una caída media interanual sostenida de la utilización media en minutos de la telefonía pública del orden del 32% en los últimos tres años», indican desde la compañía. Un fenómeno previsible, por otro lado. El abaratamiento de los servicios de telefonía móvil y la aparición de los locutorios y las calling cards (conocidas como tarjetas rasca) han supuesto un cambio en el uso de la telefonía de las cabinas públicas.

Lejos quedan los días de gloria del primer teléfono público español y de aquellas cabinas acristaladas que se convertían en cómplices mudas de las conversaciones más íntimas. Puede ser que el fin de las cabinas telefónicas no llegue hasta 2018, pero lo cierto es que este invento del siglo pasado está en peligro de extinción.