Iparra Euskaltelena da (El Norte es de Euskaltel)

La próxima salida a bolsa prevista por Euskaltel amenaza con convertirse en esas piedrecillas que acaban provocando un alud, en este caso de operaciones corporativas. Euskaltel, controlada en un 49,9% por la vasca Kutxabank y en un 48,1% por los grupos de capital riesgo Trilantic e Investindustrial, es el operador líder en banda ancha en el País Vasco, donde tiene alrededor de un 41% del mercado (frente al 30% de Telefónica) y el segundo operador del negocio móvil con cerca de 400.000 clientes celulares. La firma tiene previsto colocar un paquete en bolsa en una operación que fue inicialmente asesorada por Rotschild y que cuenta con UBS y JP Morgan como colocadores y cuyo calendario propone la OPV para justo antes del verano.

A favor de corriente. El caso es que la salida a bolsa tiene viento de cola a favor, por varias razones. La primera porque Euskaltel está en España, que está siendo la economía de más crecimiento de Europa y está de moda. Además, el propio sector de las telecomunicaciones y el más específico del cable están calientes. Hace pocos meses, un operador similar, la alemana Telecolumbus salió a bolsa con éxito. Se trata también de un grupo pequeño con una presencia regional y a pesar de ello, desde su salida acumula una revalorización del 30% y tiene una capitalización de 750 millones. La salida a bolsa de Euskaltel va a ser amplia, de entre el 40% y el 60%, ya que los dos grupos de capital riesgo, Trilantic e Investindustrial, tienen intención de reducir significativamente su participación.

Más sensibilidad identitaria. Sin embargo, Kutxabank mantendrá una participación sustancial, porque el nuevo presidente de la entidad financiera, Gregorio Villalabeitia, no quiere cometer los mismos errores que su antecesor, Mario Fernández, al que en círculos nacionalistas se le acusó de descuidar la atención y el seguimiento de las perlas empresariales vascas, por tener un criterio demasiado enfocado a la ortodoxia gerencial y alejado de la sensibilidad política del nacionalismo vasco.

Crecimiento corporativo. Además, los mercados financieros siguen estando bien aunque con alguna turbulencia (pero ahí están los exitosos ejemplos de Aena o el más reciente de Cellnex, también del sector de las telecomunicaciones) y por si fuera poco, Euskaltel ya empieza a crecer en ingresos de nuevo, desde el cuarto trimestre de 2014. De hecho, la historia de crecimiento de Euskaltel va a ser, probablemente, el principal relato de la OPV. Y no sólo por el crecimiento orgánico, sino por el crecimiento a través de operaciones corporativas. Y es que los responsables de Euskaltel no ocultan que una de las razones principales de la OPV, además de dar salida a los dos grupos de capital riesgo, es incrementar las posibilidades de realizar operaciones corporativas con Telecable y R, los otros dos grupos cableros del Norte como objetivo principal para  las ambiciones de crecimiento de la compañía vasca. Con una Euskaltel cotizada, se tiene, en primer lugar, una valoración de mercado para este tipo de negocio, lo que es fácilmente extrapolable a los otros operadores. Pero además, con una compañía cotizada, Euskaltel dispone de la posibilidad de pagar en acciones, de forma que Carlyle, el accionista de control de la asturiana Telecable o CVC, que domina el accionariado de la gallega R, podrían intercambiar sus participaciones en las empresas que ahora controlan por otras menores en un grupo bastante más grande.

Y no es que Euskaltel necesite imperiosamente pagar con papelitos, puesto que dispone de capacidad de endeudamiento suficiente para abordar alguna de estas operaciones. Pero en el sector se cree que en el caso de Telecable, su accionista Carlyle estaría más dispuesto a cobrar en efectivo, mientras que CVC, el de R, no pondría demasiados obstáculos a un pago en acciones, o al menos mixto, en efectivo y títulos de la «nueva Euskaltel». Y puestos a especular, lo normal es que el proceso de consolidación se iniciase por Telecable. Al ser la más pequeña de las dos es también la más barata, pero una vez controlada, Euskaltel ya aparecería en el mercado con una ventaja enorme en cuanto a tamaño a la hora de liderar la consolidación.

El factor 4G. Además, existe otro factor que empuja a favor de una integración. Con la llegada del 4G, los consumos de datos se disparan y los grupos del Norte, que no disponen de red propia se van a ver obligados a desplegar sus propios sistemas de 4G si no quieren que las facturas que pagan a sus operadores anfitriones (Vodafone todavía en el caso de R y Telecable y Orange en el de Euskaltel) crezcan demasiado. Pero a la hora de desplegar estas redes, la ventaja de hacerlo desde una posición integrada es muy importante en cuanto a costes. Es decir, que o despliegan juntos el 4G y pronto o los costes se los van a comer y no van a poder competir bien.

La suma es muy grande. Y es que, en el caso de la consolidación de las tres cableras del Norte, la resultante sería bastante grande. En primer lugar porque por población y PIB, el resultante de sumar País Vasco con Galicia y Asturias supone casi una Cataluña (con más de 6 millones de habitantes y un PIB de 140.000 millones de euros, por los 7,5 millones de habitantes y los 200.000 millones de PIB de Cataluña). Además, la firma resultante de la integración contaría con un ebitda aproximado de 300 millones de euros (unos 150 millones de Euskaltel, 90 millones de R y 60 millones de Telecable), 600.000 clientes de banda ancha y unos 850.000 de móvil, que, además, están en los tres casos muy identificados con su operadora por lazos que van más allá de la imagen de marca.

La consolidación del Norte crearía un grupo con bastante peso que incluso se podría plantear otras operaciones más ambiciosas, como una ulterior integración con Yoigo, si TeliaSonera, la dueña sueca del cuarto operador móvil español, sigue considerando la posibilidad de salir de España.

A los precios a los que Vodafone pagó Ono (alrededor de 10 veces ebitda), un grupo de esta dimensión tendría una valoración de unos 3.000 millones de euros.

El factor Vodafone. Ahora bien, todo este posible proceso de consolidación tiene una  amenaza evidente: Vodafone. La operadora británica, que ya cuenta con una plaza fuerte en el Norte (en Cantabria donde Ono era dominante), podría tener la tentación de impedir la guerra relámpago de Euskaltel y lanzarse a por R y Telecable. La idea de Vodafone comprando Euskaltel tiene más aristas, ya que nadie ignora el fuerte componente identitario que envuelve a la compañía vasca. Además de las resistencias obvias a la compra de Euskaltel por parte de Vodafone (políticas, sociales y sindicales), el grupo británico se arriesgaría a una fuerte pérdida de clientes, en caso de tomar el control del grupo vasco.

Una ventana de oportunidad. Con todo, tampoco parece probable que Vodafone se decidiese a contrarrestar una hipotética ofensiva de Euskaltel sobre sus dos colegas del Norte, porque la compra de Ono está todavía fresca y aún restan muchos flecos que cerrar (ERE incluido) para dar por integrada a la compañía de cable. Por eso, los observadores creen que Euskaltel aún tiene una ventana de oportunidad de unos cuantos meses para iniciar la ofensiva que le proporcione el control de las telecomunicaciones del norte.